Ayer me vieron mejor que hace unos meses, lo cual definitivamente no es difícil, hace unos meses estaba hecha una piltrafa. Aún me siento así por dentro, sobre todo en los círculos nuevos que están debajo de mis ojos y en el cansancio que se quedó a vivir entre mis huesos, la angustia perenne que asoma debajo del cansancio y que de vez en cuando la siento en la garganta.
Pero estoy mejor. Que yo misma hace ratos. Que hace tres años. Que hace tres meses, que hace tres días. Definitivamente mejor que hace tres años.
Las únicas comparaciones que podemos hacer es con nosotros mismos y sólo con un poco de perspectiva y cariñito. Yo me quiero, al menos en este momento y me gusta sentirme menos ansiosa. Eso es hoy, no tengo ni idea de cómo esté mañana, porque ya no tengo ninguna expectativa fija de mis días futuros.
Supongo que, al final, todas las comparaciones son odiosas y me tocará seguir andando en vivo, olvidando lo que fue y no haciéndome ideas de lo que viene.