Hay que estar preparado para las cosas malas. Por eso uno ahorra y tiene medicinas en casa y compra seguros. Lo malo sucede, hasta el que no imaginamos. Lo triste es que también tenemos que estar preparados para conocer el peor lado de las personas que queremos. Eventualmente sale. El nuestro también.
Se puede conocer a alguien con dos actitudes: ya sé todo lo que necesito y nada me va a hacer cambiar de opinión; o, no lo conozco, a ver qué onda.
Para bien y para mal, tener una idea preconcebida nos encasilla en un estado y salir de allí es complicado. Por el otro lado, no importa qué tan abierta tenga uno la mente, llega el momento de tomar una decisión. Esperemos que no sea en un mal día.
