Hay días que despierto sin ganas de seguir. Así de simple. Se hace pesado. Luego me recuerdo que tengo ropa qué lavar y se me pasa.
La vida a veces no ayuda a vivirla. Pero eso hace uno, cada mañana. Como si hubiera un botón de reseteo y para delante. Puede ser. También puede ser que uno está consciente que le toca vivir las consecuencias de sus circunstancias (sobre las que de todas formas no tiene control) y sus decisiones (que ya tomó y ahora hay que hacerle ganas). Es lo que hay, como decimos para seguir.
Tengo ganas de hacer lo de la canción y ponerme al lado del camino. Pero allí sólo se mira la vida pasar, sin mí. Mejor me hago a un lado otro día.