Cuando organizo los viajes, siempre me entra la preocupación de no haberlo dejado todo bien. Reviso y reviso y reviso. Que si estén los pasaportes, las visas, los pasajes. O que si dejo encargados a los gatos, la casa, suficiente comida. Casi es un poco obsesivo.
Pero también me pasa con las cosas que hago. Es como si agarrara el recuerdo y le diera vueltas y vueltas. Lo reviso y lo reviso y me atormento cuestionando lo que dije. O lo que no dije. Si fuera crítico de cine y mi vida una película, sacaría cero. Siempre ha sido así. Mi voz interior es una cosa cruel que me demuestra una y otra vez cómo hago mal las cosas.
Ya le estoy dando clases de amabilidad. Trato de hablarme como les hablo a las personas que quiero. Aunque vuelva a revisar. Tal vez algún día logre encontrar todo lo que hice bien.