Una por una

En algún libro leí que un elefante se come un bocado a la vez. Chiste viejo, verdad antigua. Y me está pasando con el mentado rompecabezas que armo ahora. No hay manera de ordenar bien las piezas, tengo que fijarme en el patrón y buscar de una en una. La tarea parece interminable.

Todas las hazañas del mundo se perciben como milagrosas. Alguien que descubre un invento, la solución a una fórmula inalcanzable, la pose de yoga que desafía la biología. Y es porque no acompañamos en el camino a la persona que logra todo eso. Muchas veces, los pasos son cortos, hay pausas, hasta retrocesos. En realidad, el éxito es la única diferencia entre la necedad y la perseverancia. Y aunque tiene mucho qué ver que el avance sea en la dirección correcta, hay que admitir que para cualquier resultado, hasta los que no queremos, lo que se requiere es aportarle algo de forma constante.

Todos tenemos rutinas que dan exactamente los frutos para los que están diseñadas. Hay que revisar lo que obtenemos y ver si eso es lo que queremos. Y seguir comiendo el elefante bocado a bocado. Tal vez algún día termine este rompecabezas.

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