Las olas me traen tu nombre
una tras la otra, doblándose para pasar
y dejarlo a la orilla donde se siembran
mis pies en la arena, esperándote.
Se alejan con la marea
y se llevan todo, agua, sal, nombre,
me dejan clavada
con poco más que espuma.
Como me dejas tú,
vacía,
hasta que regresas,
siempre regresas.