Un verdadero descanso

Tal vez si me preguntan cómo quiero pasar mis vacaciones, sería en un sendero boscoso en el que sólo tenga que caminar. Y que al regreso alguien me lave la ropa.

Tengo más de veinticinco años que yo me ocupo de mis cosas y diecisiete que no tengo casa dónde regresar a que me consientan. Es lo que hay, con lo bueno y lo malo. Obvio lo segundo se acentúa en estas épocas. No se me escapa que no volví a comer las galletas de guinda con pecanas que tanto me gustaban desde que enfermó mi mamá. Tal vez las pudiera hacer, pero no son lo mismo.

Me quejo de lo mismo todos los años porque el sentimiento no se va, uno sólo aprende a vivir con él. Tal vez alguna vez me vaya de vacaciones y regrese a una casa en la que no tenga que lavar la ropa acumulada.

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