Un tiempo aparte

Todo pasa en el momento que debe. Si es cierto o no, da lo mismo. No tenemos opción. Los minutos se suceden, dicen ellos que siempre a la misma velocidad, aunque yo dudo un poco de eso. Nunca es tan pegajoso el transcurso de un momento como cuando hay dolor ni tan resbaladizo como cuando hay placer. Podría deberse a que nuestros propios corazones se aceleran. Observo desde lo que puede ser la mitad de mi vida los años que pasaron y cómo se repiten sobre mis hijos. Hay diferencias enormes entre la edad que tengo y gente diez años menor. Puedo ver las marcas que se acentúan cada día y me sé envejecer. Está bien, tendría qué durar un poco más de tiempo en buen estado hasta que ya todo se me desborde. Lo bonito es que parezco una pieza rota y vuelta a armar con un poco de imaginación. No todo caza como cuando fui nueva, pero hasta las grietas se miran bien. Fueron reparadas con esmero.

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