Ha pasado casi un año desde que cambiamos radicalmente de forma de vivir. Se nos hizo más pequeño el mundo y más amplio el alcance. Las casas se convirtieron en escuela, oficina, gimnasio, cine… Muchos no aguantaron la presión. Todo ha tenido cosas buenas y malas.
Si he de ser sincera, lo que más me hace falta es un momento en soledad. Sin tareas pendientes, comidas qué preparar, ropa qué doblar, clases qué supervisar. Días que pueda planear tiempo sin fijarme en alguien más. Un tiempo aparte.
También sé que en el momento en que no tenga a los míos todo el día a mi alcance, me van a hacer falta. Tal vez por eso estoy apreciando tanto las comidas juntos, las tardes tranquilas y levantarlos más tarde. Entiendo que tendremos de recuerdo el año (o más), que estuvimos todos juntos. Espero poder apreciarlo pronto.