No sólo el cerebro tiene dos hemisferios perfectamente identificados, también tiene áreas específicas con las que realiza ciertas actividades. La más fascinante es la del lenguaje, que puede dañarse de tantas y distintas formas. Han descubierto incluso que, personas que ya no pueden hablar, pueden cantar y uno se pregunta cómo puede ser que decir las palabras al compás de la música pueda ser distinto de recitarlas.
Entre las cosas que me tocan, debo traducir textos. Tarea que a veces es fácil como dejarse mojar por una catarata y otras se sienten como llevar esa agua de vuelta a la cima. Es como si mi cerebro se estuviera hablando a sí mismo, dos personas que no se comunican generalmente, de pronto tienen que sostener una conversación y a mí me toca apuntarla.
Tender puentes de entendimiento, no sólo en el lenguaje, sino en todo, ayuda a acercarse. Pocas cosas tan frustrantes como tener una idea y no poderla comunicar, o querer traspasar la barrera de la confrontación y llegar a un acuerdo.
Lo cierto es que me canso de hablarme a mí misma y, por hoy, voy a dejar a cada idioma en su esquina. Tal vez mañana los dejo que se platiquen de nuevo.