Salirse de la rutina hasta donde no la perdamos. Tal vez ése sea el verdadero secreto de las escapadas. Todo lo que me gusta que no hago siempre, como comer mucho, me aleja del aburrimiento y me hace añorar la constancia. Por eso hago ejercicio hasta de viaje y trato de seguir cierto orden. No suena necesariamente alegre, pero no me da miedo el aburrimiento.
Para no desviarme tanto que no encuentre el camino, me alejo sólo un poco de la ruta. Hago los cálculos de cuánto me pueda tomar regresar a mi vida normal. Y tomo las decisiones que quiero. A veces no con los mejores resultados.
Tal vez un poco más.