Cuando todavía miraba uno revistas, me encantaba toda la ropa que no podía comprar. Ni siquiera venía a Guate. Pero es cuestión de irse haciendo el gusto. Ahora miro lo que tengo y me da risa que cada vez me gusta menos todo lo adornado. Hay modas que simplemente no me llaman la atención y prefiero seguir con mis jeans y t-shirts blancas.
También creo que le dedicamos demasiado tiempo a pensar en cómo vestirnos. Si las películas futuristas tienen algo de atractivo es esa simplicidad para usar ropa. Pero… resulta que somos animales sin plumas ni pelaje y necesitamos enseñarle al mundo parte de nuestro interior. Para eso sirve la ropa.
Lo que nos ponemos es, en esencia, un disfraz. Y si no les gusta esa palabra, una armadura entonces. Mostramos lo que queremos o dejamos de querer. Hasta cuando creemos que no lo hacemos. El estilo es otra forma de comunicación y, más que opinar acerca de lo que los demás se ponen, hay que aprovechar la oportunidad de entender qué nos presentan de primera impresión.