Es miércoles, pero pudiera llamarse de otra forma. Los días son iguales hasta que son distintos y se nos graban cuando nos sacuden. No todos los terremotos son malos, ni todas las destrucciones fatales. La vida a veces quiere hacer nuevos paisajes con los pedazos y nos trata como legos para volver a armar.
Pero eso es ocasional y si uno permite que el flujo tranquilo de los días cualquier le pase encima sin mojar, se pierde de lo que está hecha la existencia. Si me despierto y no miro por la ventana, me pierdo la estrella en el cielo de madrugada. Si no me fijo en los niños, parpadeo y dejan de serlo. Si no me doy cuenta de mí misma, me pierdo. Y eso sólo puede hacerse en la calma de lo cotidiano.
Tal vez son más emocionantes los terremotos. Y ahora les doy la bienvenida. Porque sé que todo lo que se derrumbe va a encontrar su forma de nuevo sobre la base de las cosas que permanecen. No importa cómo se llame el día que suceda.