Anoche cenamos con una sobrina que no tuvo relación con mi papá, su abuelo. Difícil juntar historias cuando no hay una en común. Y, montar la historias de una persona en particular es aún más complicado porque cada uno tiene una versión distinta.
Somos lo que hacemos. De nada importa lo que uno lleva adentro, si lo que saca es deficiente. La forma en que nos comportamos importa más que nuestras intenciones y la huella que dejamos es más valiosa que los buenos sentimientos. Es cierto que uno no vive para que los demás tengan una buena opinión de uno, pero son ellos los que van a contar nuestra historia cuando ya no estemos.
Me llama la atención escuchar lo que los demás saben de mi papá. Lo uno al rompecabezas que jamás voy a poder terminar. Es bonito ver cómo la imagen, más que clara, resulta más compleja, con más aristas. Así debe ser.