Substracción

Los adolescentes le preguntan a uno, la voz llena de indignación, si es posible que uno no confíe en ellos. La respuesta es, invariablemente, no. Y no es personal, es que son adolescentes y no tienen ni la menor oportunidad de tener juicio para decisiones maduras en esta etapa. Simple neurobiología.

La confianza es un salto al vacío que hacemos todos los días. Confiamos que el carro va a frenar en rojo. Que la comida del restaurante viene limpia. Que lo que compramos es lo que nos dieron. La confianza es el riel sobre el que camina toda nuestra sociedad. Sin ella, teniendo que verificar todo de todo, las interacciones serían interminables, imposibles.

Con los hijos, la confianza es un globo que se infla y desinfla. Y nunca puede estar totalmente lleno porque se revienta. La respuesta correcta a la pregunta indignada debe ser no. O, mejor, sí confío en ti, tanto como en cualquier otro adolescente.

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