Llegan las 6 de la tarde y, hoy, me acompañan a a acompañar a que coma la niña. Hay días que mi gente se turna para pedirme atención y otros que me huyen como si tuviera la plaga. Cuestión de tener adolescentes.
Entiendo que en nuestra modernidad, hemos perdido mucha de la red de apoyo que tenían nuestros antepasados para ayudar en las cosas de la casa. Al menos para enseñar cómo hacerlas. También es cierto que las personas eran adultas mucho antes y que se valían por sí mismas. Ahora compensamos, tal vez, esa falta de ayuda con un madurar lento y eventual que nos permite mantener más tiempo a los niños dependientes de nosotros.
No estoy diciendo que quiero sacar al mundo a mis adolescentes. Pero no los quiero dependiendo de mis cuidados. Mientras menos sientan una obligación rayando en chantaje emocional para estar conmigo, mejor trabajo creo que estoy haciendo. Que no quita que cuando cualquiera de ellos quiere que lo acompañe a cenar, aquí me tienen. La vida pasa muy rápido.