Salidas apocalípticas

Hago compras más o menos cada quince días, lejanos quedaron aquellos tiempos de ir al súper una o tres veces por semana, para comprar cosas olvidadas, antojadas o simplemente imaginadas. El arte de la organización a largo plazo con espacio de refrigeradora limitado es algo que ocupa no poco espacio personal. Suena a exageración, pero en casa comemos cuatro personas (un preadolescente incluido que come como tres, a veces) y todo tiene que alcanzarme y durar hasta la siguiente salida.

Lo importante es la adaptación. Aprovechar lo que hay. Y no permitir que un pedazo medio feo de un chile marrón impida que se vaya al horno. Todo se usa, porque salir a traer más es incómodo y los recursos son escasos. No está mal. He aprendido a cocinar y comer panza, por ejemplo. Uso mucha menos ropa. Compro menos carne. Y, hasta ahora, no hay quejas.

Poder salir, traer comida, prepararla, es algo que aprecio todos los días. Aunque haya alguna molestia involucrada en más de uno de los pasos. Y, me digo a mí misma que salir con mascarilla es misterioso y que puedo aprovechar de estar en peores fachas de lo normal, sin que nadie me reconozca. También hay ventajas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.