Resolver problemas

La niña no quería sentarse donde la pusimos, ni comerse esos poporopos, ni ponerse los tights. Porque no quería. Porque tengo una niña especialista en fijarse en lo que no le gusta, le molesta, le incordia, le exaspera.

Todos somos especialistas en ver lo negativo. Para eso está hecho nuestro cerebro: identificar las amenazas y no ser comido por el tigre. Por eso es que diferenciamos tantos matices del verde. Y por eso es que las emociones negativas nos acompañan tanto tiempo, mientras las positivas se esfuman como un beso entre los dedos.

Se puede entrenar al cerebro. Pero para eso primero tenemos que estar conscientes que hay un problema y que, antes de quejarnos, primero deberíamos solucionarlo. Tantas, tantísimas prácticas y religiones se dedican a eso: a entrenar la masa gris para fijarse en cosas que no la deshagan.

El cerebro que tenemos, tan pequeño, es una maravilla de capacidad y complejidad que ni con él mismo hemos podido replicar. Falta de entendimiento por una parte, falta de entrenamiento por la otra.

Lo que sí estoy tratando es que mi hija se comience a fijar primero en lo bueno, en lo que le gusta, la anima, la hace feliz. Tal vez así todo lo demás que sale mal ya no le moleste tanto.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.