Me gustan las cosas nuevas. Música, comida, gente, lugares. Pero hay pocas cosas como regresar a lo que a uno le gusta. Por eso agradezco tanto poder ver series viejas.
Cuando crecemos, nuestro cerebro va haciendo conexiones y los recuerdos de infancia son más fuertes, sobre todo porque los afianzamos con emociones también. Regresar a esos lugares nos devuelve lo que sentimos. Pasa especialmente con la comida.
Me gusta celebrar los momentos importantes de mis hijos con comida especial. Les hago una conexión a la que pueden regresar fácilmente cuando sean grandes y quieran volverse a sentir queridos. Y yo… miro series chileras de cuando era joven.