Iba a poner de título «La que es, vuelve», porque así me siento. Hace unos años, decidí, por cuestiones prácticas y de presupuesto, pasarme a libros digitales. Son una maravilla. Por supuesto. Regalé las ediciones menos afortunadas de mis libros favoritos (adiós Dumas en versión de a 5 pesos totalmente desvencijada) y comencé a buscar versiones hasta en pdf de los clásicos y no tan clásicos. Admito que así leí todo Harry Potter.
Pero… la que es, vuelve. Hace poco perdí el quicio en una feria de libros latinoamericana y regresé con una maleta reventada de papel. No es que sea purista y diga que sólo en papel se puede/debe leer. Es que hay una abstracción que se logra cuando se separa el mundo entre las páginas. El teléfono o la tablet tienen un componente de conexión con el mundo exterior que se cierra al abrir un libro de «verdad». Y qué bueno, sinceramente.
Seguiré comprando las novelistas tontas de a tres horas que entretienen en un rato de total ocio en la playa. Pero a mis amores de siempre, Dumas, Michener, Christie, Asimov y los nuevos favoritos, definitivamente los tengo que tener en mis libreras.
Porque, también tengo libreras nuevas y se miran muy tristes todas vacías.