Si tuviera que enumerar razones para leer, tratando de convencer a alguien (hijo mío), comenzaría diciendo que mejor no lo hagas. La Historia que se escribe y nos ha dejado de recuerdo en palabras necesita que alguien la lea para no olvidar pirámides, elefantes en montañas, conquistas y amores. Tal vez si ya nadie lee, podemos comenzar de nuevo.
O diría que mejor no lo hagas y pienses que sólo lo que ves existe. Que no hay mundos enteros que te piden el uso de tu mente para vivir. Prestarle tu imaginación a un grupo de personas que no existe es de locos. No hacerlo es de seres racionales. Sólo racionales.
Te explicaría que la poesía es el lenguaje de lo oculto pero sentido. Que allí se revela cómo sabe el dolor, cuántas veces se ama, en dónde nada la tristeza. Tal vez si no lo nombras, no lo sientes.
“No leas”, aconsejaría. “Serás más, o menos, pero serás distinto.”