Tengo un tazón de madera para ensaladas que era de mi mamá. Le falta un pedazo de la orilla donde lo rompió el perro (para variar, el perro). Lo sigo usando y quiero repararlo. No es un tazón materialmente valioso, pero a mí me gusta. Allí está el asunto: creo que vale la pena el esfuerzo.
En cualquier situación incómoda, hay una forma de solucionarla. A veces es sencillo, a veces no. Pero no es tan importante qué tan difícil sea arreglar una relación, sino si hay ganas de hacerlo. Lo primero es creer que vale la pena. Luego hacerle ganas, con todo.
Cualquier esfuerzo es poco cuando uno quiere y mucho cuando no. Aún no sé cómo reparar el tazón. Pero lo voy a hacer.