Dar regalos bien pensados es una de mis especialidades. Compenso presupuesto limitado con detalle. Encontrar exactamente lo que le gusta al otro es un placer para mí. Pero no siempre es intuitivo.
Para saber qué le gusta a alguien hay dos caminos: fijarse con una atención de araña en todo lo que hace o preguntar. A veces esas dos cosas se complementan. Lo malo es que no siempre las respuestas son sinceras. O la persona misma no sabe qué le gusta.
Me pasa con mis hijos que yo quisiera darles algo que estoy convencida les va a encantar y ellos quieren otra cosa. Ya ni me siento mal. Prefiero preguntar qué quieren, aunque se me quite a mí la felicidad de encontrarlo. Total, el regalo es para ellos.