Tengo a los dos niños enfermos en casa. No fueron al colegio. Obvio no me gusta que estén enfermos, pero me encanta que estén conmigo. Hay algo allí de posesión, tal vez (son míos, yo los hice), con la ansiedad que da que salgan al mundo, con que me gusta tenerlos cerca. Todo se combina para que yo haya pasado un día tranquilo. Porque no están enfermos graves, es un pinche catarro.
Desde que los seres humanos nos reproducimos, sacamos a nuestros hijos a que vivan sus vidas. Probablemente en nuestras comunidades preagricultoras, los núcleos familiares eran más cohesivos y pasábamos más tiempo juntos, aún de adultos. No había tal cosa como irse a estudiar fuera a los 18. Pero tampoco habían adultos viviendo con sus padres sin colaborar en casa. El bendito balance…
Yo quiero que mis hijos tengan vida propia. Para eso me estoy esforzando. Pero sí sé que, cuando se vayan, va a ser duro. Por eso me gozo los momentos juntos, aún cuando están enfermos.