A los 18 decía que no cocinaba, limpiaba y que tenía mal carácter. Varios años después, cocino rico, tengo ordenada la casa y dos de tres no me han parecido mal. Más tarde he dicho que sólo sé hacer arroz en arrocera y que no plancho ni un pañuelo.
Creo que hay algo infantil en encasillarse en todo lo que uno no hace. Es parte algo de haraganería, seguro. Pero tiene un gran componente de miedo. El no querer darse uno cuenta que no puede aunque trate. Pareciera que adquirimos cierta cantidad de habilidades a temprana edad, nos sentimos cómodos allí y luego no queremos probar otras cosas porque sabemos que al principio las vamos a hacer mal.
Le tengo cero miedo al ridículo. A meterme a algo nuevo cuando quiero. A hacerlo mal, mediocre. No todo lo tengo que hacer bien. Hace poco planché 15 camisas. Seguro no pasarían revista en un cuartel, pero están usables. También sé hacer arroz en olla. Pero me sigue gustando más el de arrocera.