Quedarme con cosas por decir no es lo mío. Casi siempre elaboro cada una de las ideas que tengo, reboto palabras contra cualquier oído dispuesto y escribo y escribo. Me gusta ver cómo mis pensamientos vuelan y se juntan, formando algo más grande.
Pero no siempre digo todo lo que siento porque creo que las emociones no son buenas consejeras de lo adecuado para decir. Sobre todo las negativas. Entonces me siento sobre las palabras con la esperanza que se desvanezcan. A veces lo logro. Otras…
Como en todo, debo encontrar el camino en medio entre soltarlo todo y encerrarme. Tal vez lo más sensato es preguntarme qué es más útil de acuerdo a mi objetivo. Y tratar de lograrlo.