El niño perdió algo. Trato de ayudarlo a buscar y a cada “¿ya viste en x lugar?”, me responde que allí no puede estar… ¿Cómo sabe que no? Si el problema es que no encuentra algo, por definición no sabe ni dónde está, ni dónde no está.
Es tan difícil ver lo que está en nuestro punto ciego, porque ni siquiera sabemos que lo tenemos. Como tampoco sabemos qué no sabemos. El universo de nuestra ignorancia es infinito. Qué bueno porque siempre podemos salirnos de nuestra pequeña isla conocida y explorar. Pero eso requiere que veamos hacia el horizonte. Da miedo contemplar un océano por el que no hemos navegado. Pero allí, las posibilidades son inmensas. Si sólo nos quedamos viendo lo que ya hemos visto, ¿de verdad estamos viviendo?
No sé si vayamos a encontrar lo que perdió el niño. Le servirá para ser más ordenado, espero. Y a buscar en todas partes.