Acabo de ver un video donde la entrevistada aseguraba que la gran mayoría de nuestro sufrimiento se debe a que le ponemos importancia a cosas que no podemos controlar. Por ejemplo, a lo que opinen los demás. Y, sí, uno tiene que hacer un esfuerzo concertado para no caer en el pozo de la preocupación inútil. Me gustaría que no me pasara, pero estoy allí constantemente, pensando en el futuro, en mis hijos, en gente que no conozco.
Creo que tenemos una dotación de capital emocional limitada. Pensándolo bien, lo que tenemos es un recipiente que llenamos y vaciamos constantemente. Algunas personas lo tienen más grande que otras, por eso tienen una capacidad más grande de gastar sin hacer depósitos. Pero, sin lugar a dudas, si uno no lo rellena, queda vacío. Nada funciona sin combustible.
Yo tengo que cuidar mi capital emocional, porque lo gasto muy rápido por intensa. Tengo que tomar distancia y asegurarme que la cuestión sea meritoria de mi atención. Y, lo que no, recitar mi mantra favorito: no es mi circo, no son mis payasos, no son mis monos.