Se habla mucho de no usar “lugares comunes” para crear arte. Como si fuera un pecado capital usar la experiencia colectiva de la humanidad para evocar emociones. Tal vez lo que no debe hacerse es usar atajos haraganes. Comparar bocas con vino, ojos con estrellas, cabellos con mares, es más viejo que la escritura y sólo una niña adolescente que no ha leído ni las instrucciones del shampoo puede sorprenderse.
Por otra parte, encontrar metáforas que nunca se hayan utilizado es prácticamente imposible. O uno se corre el riesgo de hacer algo tan original que nadie lo entienda. Pocas formas de comunicación tan exigentes como el arte y, aún así, seguimos haciéndolo. Tal vez la Historia simplemente se escribe varias veces en cada ser humano que la vive.
A mí me gustan los lugares conocidos, porque siempre encuentro un punto de vista distinto: el mío.