En mi casa dicen que soy enojada, pero quiero creer que es más “exigente” la palabra correcta. Tal vez son distintas formas de pronunciar la misma fruta, pero para mí sí hay una diferencia. Y es que, para enojarme de verdad, falta que se junten muchas cosas.
El enojo es una emoción que empuja a la acción. Como tal, es excelente para defender ante un ataque y para fijar posiciones inamovibles. No sirve mucho para construir una relación amorosa o filial. Tal vez es fácil pensar en el enojo como el picante de las emociones. Un poco, bien puesto, ayuda al entorno. Mucho y hay problemas a la entrada y la salida.
Es bueno aprender a enojarse. Y a desenojarse también. Además de saber no reaccionar como rinoceronte herido suelto en cristalería.