Esa advertencia de no preguntar acerca de cosas evidentes, sirve para todo lo que no sean relaciones cercanas. Porque lo que hagan, o parezcan hacer extraños, da lo mismo. Pero uno no debe andar suponiendo lo que hacen los propios. A veces lo evidente no es lo verdadero.
Uno que tiene a su cargo la supervivencia y mejoramiento de seres humanos (lo sobreviven a uno y lo mejoran a uno), debe estar especialmente atento a todo lo que no se ve. Claro que hay formas de identificar las cosas. Patrones que se rompen, comidas que aumentan o disminuyen, el humor (Dios mío, el humor). Y allí va uno, preguntando lo completamente evidente. Porque quiere estar seguro. Además que hay que insistir, porque no se obtiene la respuesta a la primera.
En fin. Es obvio que uno no va a preguntarle a un extraño si está enojado cuando saca humo por las orejas. Las señales claras bastan. Pero sí hay que hacerlo cuando la gente nos importa. Aunque parezca tonto.