La vida tiene una manera dura de lijarlo a uno para darle la forma que quiere. Y puede ser algo más o menos constante, pero siempre es doloroso. Hay desgaste, presión, calor, movimiento, todo eso que tienen las placas tectónicas y que permiten la vida como la conocemos en este planeta.
No es que uno se tire a dejarse tallar, porque algo de agencia conserva. Pero sí se pueden aprovechar esas sacudidas para dejar tirado lo que no sirve. Y para ayudar a sacar la forma que uno lleva dentro.
Tal vez no todos seamos un David en potencia, pero seguro que tenemos un centro definido y simplemente hay que quitarle lo que sobra. Un poco como hacer dieta. Y, a lo mejor, la forma que lleguemos a tener encaje mejor con otra.