Cuando todo está peor es porque las cosas siguen igual. Uno rasca el mismo lugar, una y otra vez, hasta que el piquete es un cráter. La basura no se saca, los platos siguen sucios, la cama sin hacer. Todo se acumula, porque se repite. Hasta que las cosas se derrumban y queda el recuerdo de algo que funcionaba.
Igual pasa con lo que no se dice. Las palabras se enquistan dentro del alma si uno no las saca a tiempo. Sólo porque no se afrontan los problemas, éstos no desaparecen. Al contrario.
La manera más aburrida de morir es no hacer nada. No es que haya forma de evitar la muerte. Pero sí de hacerla al menos más variada.
Una de las claves de mantener activo el cerebro es darle novedad. Tal vez no nos cure de todo. Pero yo no quiero morir aplastada por las cosas que ni siquiera intenté cambiar.