El niño estaba de tragedia por algo que le importa mucho y me pidió salirse. Del colegio, de sus amigos, de su círculo. Es algo remediable, pero que requiere quedarse en un lugar incómodo. Y a mí me toca decirle que le tiene que hacer huevos.
Me encantaría quitarle todos los obstáculos y que no tuviera ninguna de estas crisis, porque me duele verlo doliendo. Me toca a mí aguantarme y decirle que no se va a ir a ningún lado, porque los problemas se enfrentan y solucionan. Que se forma el carácter. Y que yo estoy a su lado, apoyándolo.
Supongo que el aprendizaje es para ambos y no sé si lo estoy haciendo bien. Pero sí quiero creer que él sabe que lo quiero y que estoy allí para él. Siempre.