La herida sana a su tiempo

El gato tonto, luego de dos operaciones, dos diferentes conos de la vergüenza, un traje para gatos postoperatorio (que tuve que acomodar para que no se llenara de pipí), una sacada de puntos casera y dos meses de cuidados, al fin sanó. Coserlo fue menos complicado que curarlo y parece que su piel tarda en cerrar. Creí varias veces que se moría y ya estaba buscando caja para enterrarlo en el jardín.

Las heridas sanan a su tiempo. Claro que requieren cuidados especiales, no puede uno pretender dejarlas estar así sin curarlas, porque se infectan. Y tampoco se pueden ignorar porque matan. Las cosas que nos duelen hay que ventilarlas, darles la medicina necesaria y ayudar a que cicatricen. Pero tampoco podemos pretender que se desaparezcan sólo porque ya no queremos que nos duelan.

El tiempo no es una cura en sí misma, sólo el ritmo al que nos movemos. Tanto para lo bueno como para sanar.

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