Mi mamá era de esas señoras que se cortaba el pelo a los 40. Porque «ya no tenía edad para tenerlo largo». No me dejó maquillarme hasta los 15, cosa que se lo agradezco ahora que no me maquillo ni porque me mire medio muerta. Por lo mismo. Muchas cosas que se hacen «a cierta edad», cosa que fluctúa dependiendo hasta del barrio en el que uno se crió.
Hay cosas para las que definitivamente hay un reloj biológico indicado. Tener hijos antes de cierta edad y después de otra, complica la vida de cualquiera. Estudiar, trabajar a cierto nivel, ponerse camisetas de caricaturas y vestidos cortos van más por el lado de lo que los demás opinan qué es lo correcto. Recuerdo ver algunos vestidos sofisticados a mis veintes, con el cuerpo de una veinteañera que no ha tenido hijos, y considerar que no tenía la edad correcta para usarlos. Ahora, a mis cuarentas, lo considero porque ya no tengo el cuerpo. Ridículo, lo sé.
Todo es cuestión de la decisión: quiero verme como yo quiero y que los demás me importen un carajo. O me quiero ver como los demás quieren que me vea y encajar.
No hay respuesta única. Lo escribo en calcetas de cómics, vestido corto y botas de hule amarillas. Sigo usando el pelo largo. Añoro el cuerpo que tenía. Y no sé en qué edad estoy para qué.