A mí en la calle se me reconoce generalmente por andar en fachas. Pues, en fachas bajo los estándares de «arreglo» que tienen mis contemporáneas que pareciera que hubieran salido de las páginas de una revista de modas. Se miran preciosas. Pero no es para mí. Y está bien, ya aprendí a no pelear contra mí misma. No es que parezca escapada de un manicomio, simplemente no ando con el pelo planchado, ni maquillada, ni en tacones… Fachas. Digamos que no llamo la atención ni por una cosa ni por la otra, porque ni me doy cuenta cuando me miran feo, ni si me miran bonito.
Ahora, cuando me toca interactuar de forma más cercana con otras personas, ya ven que estoy tatuada por todas partes, que tengo la clase de voz que se escucha a tres cuadras y que platico hasta con las piedras. Tal vez eso antes daba alergia y yo me sentía mal al respecto. Hoy, lo miro como un buen filtro que me ayuda a escoger a quiénes tener al lado.
Pero hay situaciones sociales que obligan a toparse con gente que no está dentro del círculo de uno, pero con las que sí se tiene cierta convivencia. Como los papás de los demás compañeros de colegio de los niños. O la gente con la que uno comparte vestidor en el gimnasio/club/piscina. Allí sí me ha tocado sentir la mirada juzgona de la doñita fufurufa que me mira de pies a cabeza. Puedo escucharla contándome los tatuajes… Se les aprieta la quijada, fruncen el ceño y resoplan.
Cuando se vive en sociedad, hay ciertas reglas no escritas. Se pueden seguir, o no. Todo tiene consecuencias. Lo importante es conocerlas, tanto las reglas como las consecuencias, para poder tomar una decisión informada de qué va a hacer uno. Evaluar qué le va a pasar a uno y a la gente que quiere con la mayor información disponible, es el secreto de tomar riesgos.
A mí me gustan mis tatuajes y mis fachas. A esa señora no. Menos mal que no me los patrocina ella. Igual, cuando terminé de vestirme, la miré con una linda sonrisa, le dije un muy fuerte «¡Buenas tardes!» y le vi cómo se le descomponía la cara por tener que devolverme el saludo.