La música que uno escucha de joven marca una época. Aunque uno ya no la busque. Generalmente es algo que no le gusta a los papás, es casi obligatorio alejarse de una de las cosas en común. Por otra parte, nada lo mantiene a uno tan fuera de moda como sólo escuchar música de cuando uno era joven. Hasta la frase envejece.
Lo cierto es que no hay nada tan emocional como una melodía. Se pega a la parte sin palabras del cerebro y nos crea sensaciones que no necesariamente entendemos. Es capaz de darnos reacciones físicas. Y nos demuestra casi al instante la cultura y lo que le importa a la gente que la produce.
No me gusta mucha de la música más popular de ahora (sí, el reguetón), pero es lo que hay y confío que mis hijos salgan del pequeño (diminuto) mundo musical que está inundado de eso y podamos cerrar un poco la brecha de gusto. Y, si no, igual dirán: esto es lo que escuchaba mi mamá cuando era joven.