La intensidad tiene la desventaja dd gastarlo todo más rápido. Mientras más fuerte esté el fuego, menos dura la leña. A mí me gusta ser intensa, reír con ganas, contarlo todo, dar y tener atención. No siempre me va bien con eso.
Las emociones son guías muy sabios que nos indican por dónde podemos ir. La razón es el conductor que debe poner el ritmo del viaje. La vida está llena de precipicios y abalanzarnos a todos nos lastima. Es bueno tener prudencia. Cuando uno tiene hijos, creo que ésa es la lección principal que repetimos una y otra vez y que de todas formas no aprenden hasta que se dan un trancazo. También nosotros lo hacemos, pero ya bajo nuestra propia responsabilidad y sin red de emergencia. Duele todo más, por eso somos más cautelosos. Pero también por eso la vida es menos divertida.
Me gusta la intensidad. No me gusta salir lastimada. El estoicismo me ayuda a oscilar entre ambas posturas con igual satisfacción. Siempre me va a ganar las ganas de subir el fuego, conste. Porque la leña siempre se va a consumir, mejor disfrutarla cuando se pueda.