Hacer un rompecabezas requiere la misma habilidad que seguir una receta, o pintar con instrucciones. Más parece un ejercicio en paciencia. Nada del otro mundo. Crear una historia de cero requiere una posición empática que puede traerse de cuna, pero que también hay que desarrollarla. Hasta llevar una conversación es algo que se practica.
Lo que hacemos frecuentemente, lo hacemos con consistencia. No quiero decir que mejor, porque si repetimos mal un ejercicio muchas veces, lo vamos a hacer más fácilmente mal que al principio.
Aprender requiere repetir y comenzar. De cero, a veces, como cuando se debe descoser el cuadro con la puntada mal puesta. Repetir para hacerlo con más soltura. Olvidar lo que se metió torcido. Y volver a repetir.
La frecuencia sólo afianza lo que se hace, no garantiza el resultado.