Estoy llena de pelos

Yo nunca jugué a ser mamá. Simplemente no me llamaban la atención las muñecas. Mi mamá me construyó una casita entera para eso y lo único que usé con frecuencia fue la pila. La ironía de que ahora detesto lavar la ropa no me pasa por alto. Pero hay una necesidad de reproducirse dentro del ser humano que me hizo querer profundamente tener hijos.

Los seres humanos no tenemos los mismos instintos que los animales desde que podemos controlarlos. Tenemos impulsos, unos más fuertes que otros. La marca más grande de nuestro crecimiento personal es precisamente la habilidad que tenemos para no actuar sin pensar sobre lo que se nos atraviesa. A las personas que no pueden hacerlo, se les diagnostica.

Ahora no sólo me toca ser mamá de dos niños, sino que trato de forma maternal a los gatos y a los chuchos de la casa. No puedo evitarlo, dependen tanto de mí, que sería inhumano tratarlos de otra forma. Termino con la ropa empeluchada y la satisfacción de que me buscan.

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