Hay muchas recetas que requieren haberlas hecho antes para saber cuál es el punto perfecto. Cuánto tiempo amasar el pan para que leude bien. Cuánto tiempo dejar hervir la miel para que tenga «punto de bolita». Cuánto tiempo se cocinan los hígados de pollo para que no estén crudos, pero no se amarguen. Cosas que sólo se saben con la experiencia y que muchas veces llevan varios errores encima.
Y la comida sólo espera que uno la sepa hacer como se debe. Igual que una gelatina esperando cuajar. O nuestra vida que se queda patinando en neutro muchas veces porque no hemos tomado una decisión y seguimos avanzando.
Hay momentos mejores para elegir que otros. Y muchas veces no los reconocemos hasta que se nos pasan. Y, aunque así ya sabemos reconocerlos la próxima, siempre cae mal haberlos desperdiciado.
Tal vez hay que aprender a saber esperar, pero como un resorte, dispuestos a actuar cuando llegue el momento. Porque, aunque la vida sigue y siempre hay opciones, nunca son las mismas.
Espero tener cada vez mejor tino para encontrar el tiempo. Aprovechar la experiencia y avanzar cuando debo. Y no quedarme paralizada por el miedo a cometer los mismos errores.