El tedio

No hay espacio emocional más peligroso que el aburrimiento. Es ese vacío que uno sólo llena de cochinadas y, en estos tiempos, estar ocupada no es sinónimo de estar entretenida. Hoy en especial me da pereza hasta tener hambre y quiero cambiarlo todo, la rutina de ejercicios, mi pelo, la ropa, el clima. Tal vez sea que no he podido salir al sol (no entiendo a la gente que prefiere los días nublados), o que no he podido salir a nadar, o que no he podido salir. Y van a pasar más días en lo mismo, así que, hacer cambios es imperativo.

Siempre caen bien los cambios cuando las marcas que deja la rutina ya son demasiado profundas. Las ruedas no caminan bien y se traban sobre los rieles ya conocidos ad nauseum. Así que, o reimagino mis días para que me sean menos aplastantes, o me dejo caer en la miseria de la nada. Y qué aburrido eso.

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