Los ríos cambian de cauce, a veces con consecuencias desastrosas. Pueden arrasar pueblos enteros. Tratamos de contenerlos, pero hasta los mejores diques se rompen. Los cambios en el trayecto del agua son inevitables. Y nunca, nunca, podemos cruzar el mismo río dos veces.
Pero su principio, el lugar de donde salen, es siempre el mismo. Y su final, no importa por dónde pasen y con cuántos ríos más se unan, siempre es el mar.
Creo que saber que vamos a terminar en el mismo lugar, que todos debemos morir, es alentador. Allí termina esto y ya, no hay nada que podamos hacer para evitarlo. Así como no hay tampoco una forma de cambiar nuestro origen. Ya pasó, allí está. Pero… todo lo que sucede en medio de esos dos eventos inevitables está dentro de nuestra capacidad de influencia.
A veces me desbordo y ensucio mis orillas. Pero logro reencauzarme y seguir.