Salí a leer a mi silla nueva. Había sol. Comenzó a llover. Parece que las cosas no tienen mucho sentido a veces con el clima. O con mi estómago que ya no aguanta ni un tercio de bolsa de cochinadas y me tiene doblada. Las cosas cambian.
Como si fuera un juego de expectativas y pronósticos. Jugamos más a la lotería que al ajedrez. Porque no tenemos todas las variables a nuestro alcance, no vemos todo el tablero. Seguimos a veces las reglas que pusimos al principio, aún cuando ya no estamos en el mismo juego. Y allí perdemos. Insistir en mantener un estado que no existe, que se quedó atrás, nos arrastra a la insatisfacción y el dolor.
Como el de estómago que tengo ahorita. Ya no puedo bajarme las cochinadas de cuando tenía veinte. Ni le cae bien a mi libro que me quede bajo la lluvia.