Todas las células del cuerpo se regeneran, haciéndonos, efectivamente, personas completamente distintas cada siete años. Comencemos cualquier ciclo y siete años después, no seremos los mismos. Ese número tiene importes cabalísticos, por algo es el de la perfección, el de los días de la semana, el de los pecados y las virtudes. Es la cifra de agujeros que tiene que tener una cara para estar completa (dos ojos, dos orejas, dos fosas nasales, una boca). Si queremos creer que vivimos en un continuo flujo de experiencias que nos transforman, el tiempo también sirve para pensar que podemos regenerarnos.
Hoy 29 de abril cumplimos 14 años de casados con Mario y puedo decir con total seguridad que no soy la misma. En ese espacio de tiempo han sucedido todo lo que es normal en la vida de cualquiera. No soy la misma, pero sigo siendo yo y sigo estando aquí y eso cuenta más que conservarse inmutable.
A ver en qué estado estoy en otros siete años.