Destemplado, el día no empezó por la mañana,
sin sol para los pájaros que lo llamaron
ni lluvia para el jardín descuidado.
Hoy no hubo clima, ni color, ni viento,
el mediodía pasó por encima de mi cabeza
sin hacer sombra sobre la cual pararme.
No hubo frío, en este día sin clima,
ni ropa de calor que ameritara descubrir la piel
todo el gris del cielo que no va con nada.
Las horas que pasan así se escaparon de la nada
donde no hay color, ni sonidos, ni aire,
ni ausencia. Nada.
La noche recoge lo que no fue
y en la oscuridad, que ya es algo,
trata de hacerlo un recuerdo para olvidar.
Los días así ni siquiera salen de la memoria
ocupan un espacio que se traga las ganas
y no hay suficiente deseo para llenarlos.
La falta de tiempo, su no transcurrir,
me quita la vida. Y yo la quiero agotar
exprimirla hasta el final. No que se me desvanezca.
Me refugio en la cama buscando avanzar las horas
en la pausa del sueño. Hasta mañana,
espero que mañana sí exista.