Darle tiempo

Algunas series de tele son como cierta comida: se vuelven gustos adquiridos. Hay que darles unos capítulos de chance antes que le gusten a uno. Me ha pasado que mis series favoritas, no por “lindas” o “divertidas”, sino porque son genuinamente buenas, son así, de arranque lento.

Pasa lo mismo con las personas. A la mayoría basta con tomarse el tiempo para conocerlas y, de pronto, uno ya las entiende. Y luego de entender, viene la empatía. Tal vez no el gusto, pero sí un espacio que permite escucharse. Eso de caerle mal uno a la gente sin que lo conozcan no sólo es un desperdicio, sino que una falta de curiosidad.

No. Ni todas las series, ni toda la comida nos tienen que gustar. Tampoco nos tienen que caer bien todos. Pero la primera aproximación vale la pena. Quién sabe si detrás de ese exterior desagradable hay una joya. Nada pierde uno con probar.

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