Hay dos formas de llegar de un punto al otro bajo la lluvia sin paraguas: corriendo o caminando. Yo prefiero la segunda. Igual ya me mojé, el pelo no me puede quedar m´as despeinado y tengo el riesgo muy alto de caerme, lo cual haría aún peores las cosas. Las circunstancias no cambian, sólo cómo las enfrento.
En la vida nos llega la tormenta tarde o temprano. Y no sólo una, todas. No hay una persona que se salve de sufrir (pues, el Buda lo hizo, pero hasta después de aprender y eso lleva demasiadas vueltas). La forma en la que salimos de cada una, todos hechos pedazos, en harapos, mojados y ateridos, tampoco varía mucho. Sólo cambia cómo continuamos.
Creo que no hay forma de pasar por la tormenta sin mojarse. Pero sí la hay de pasarla sin amargarse. A veces está bien hacerse pedazos para construir algo nuevo. El cambio ya lo tenemos siempre.