No recuerdo haber aprendido a nadar. Me enseñaron de tan pequeña y lo hice tantas veces, que es de las cosas en las que no tengo qué pensar. Me sale y ya.
Cuando somos bebés, usamos toda nuestra capacidad cerebral para adquirir todas esas habilidades que nos van a acompañar el resto de la vida. Aprendemos hasta a caminar sin recordarlo. Y, para cualquiera que haya pasado por una rehabilitación, sabe perfectamente bien lo difícil que es volver a aprender. Por eso las cosas que repetimos, son las que se nos estampan. Hasta las emociones, de tanto usarlas, nos quedan como primer recurso.
Hay muchas cosas que no recuerdo haber aprendido. A veces hago el esfuerzo por fijarme cómo las hago. Porque todo se puede volver a aprender mejor.